Visión

Visión

Cuando llegó la Noche y el Sueño desplegó su manto sobre la faz de la Tierra, abandoné mi lecho y caminé hacia el mar diciendo: «El mar nunca duerme, y en su vigilia hay consuelo para el alma despierta.»

Cuando llegué a la playa, la bruma de las montañas había cubierto la región como un velo que adorna el rostro de una joven. Miré las múltiples olas y escuché la plegaria de Dios; medité entonces sobre el poder eterno que ellas encierran, ese poder que se despliega con la tempestad, crece con el volcán, sonríe a través de los labios de las rosas y canta con los arroyos.

Tres espectros

Entonces, sentados en una roca, vi tres espectros. Avancé a los tumbos, como si algún poder me empujara contra mi voluntad.

Me detuve a pocos pasos de ellos, como dominado aún por una fuerza mágica. Uno de los espectros se levantó en ese momento y, con una voz que parecía surgir del fondo del mar, dijo:

-La vida sin Amor es como un árbol sin flores ni frutos. Y el Amor sin Belleza es como una flor sin perfume o un fruto sin semilla… La Vida, el Amor y la Belleza son tres personas en una, que no pueden separarse ni cambiar.

Un segundo espectro, con voz, rugiente como agua torrentosa, dijo:

– La Vida sin Rebelión es como las estaciones sin primavera. Y la Rebelión sin justicia es como la primavera en un desierto árido… Vida, Rebelión y Justicia son una sola y no pueden cambiarse ni separarse.

El tercer espectro habló entonces con voz sonora como el resonar del trueno:

-La Vida sin Libertad es como un cuerpo sin alma, y la Libertad sin Reflexionar es como un espíritu confuso … Vida, Libertad y Reflexión son una sola y eterna y no pasan.

Luego los tres espectros se levantaron y con voz tremenda dijeron:

Lo que engendra el Amor

Lo que crea la Rebelión,

Lo que exalta la Libertad

Son tres manifestaciones de Dios

Y Dios es la expresión

De la inteligencia del Universo.

Y luego el Silencio prevaleció

El susurro de alas invisibles y el temblor de cuerpos etéreos se mezcló entonces con el Silencio que prevaleció y se enseñoreó.

Cerré mis ojos y escuché el eco de lo que acababa de oír; cuando volví a abrirlos sólo vi el mar envuelto en niebla. Me acerqué a la roca en la que se habían sentado los tres espectros y encontré solamente un hilo de humo de incienso que trepaba hacia el cielo.

Khalil Gibran

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