Servir es un arte

Servir es un arte, y el arte es libertad. Por lo tanto, cuando servimos con espíritu de ofrenda, lo que expresamos es libertad desde nuestro fuero interno. El servir no ata, libera a la persona. Esa libertad tiene su propia recompensa, no necesita pago, puesto que lo tiene en la satisfacción obtenida al remodelar y cambiar el estilo de nuestras vidas. Este es el gran beneficio. Tal remodelación y tal cambio de estilo sólo puede llevarnos a una mayor felicidad.

Todas las cosas de la naturaleza realizan un servicio. Observad una flor, lo bien que nos sirve con su belleza su fragancia; observad lo bien que nos sirve la lluvia al darnos el agua para que crezcan las cosas; observad lo bellamente que nos sirve el sol dándonos luz y calor. Así todo lo que constituye un servicio es la expresión de nuestra naturaleza real, y nuestra naturaleza real no es otra cosa que una ofrenda. Esta misma ofrenda es la base real del servicio.

Cuando servimos por servir, cuando el servicio se hace sin segundas intenciones ni egoísmo, entonces el servir tiene entonces valor y es evolutivo. Nunca se estanca, ya que si deja de crecer muere. El servicio genuino, como la vida de una flor, consiste en su florecer, porque este florecer es la vida, y la vida nunca se paraliza, fluye siempre, todo el tiempo, porque la vida es servir sin ningún motivo.

Olvidarse de sí mismo no significa ser inconsciente de uno mismo

Olvidarse de sí mismo no significa ser inconsciente de uno mismo, porque solo al desarrollar una mayor conciencia de uno mismo realmente se olvida uno de sí mismo. Lo que queremos decir con olvidarse de uno mismo es que, olvidándonos de nuestras necesidades personales, de nuestros propios deseos y de nuestro egoísmo, llegamos a pensar no solo en nosotros, sino también en los demás. Solo cuando nos conocemos a nosotros mismos podemos ser conscientes de las necesidades de los demás, y de dicha consciencia surge una determinada clase de olvido. Esta es la clase de olvido que provoca la verdadera consciencia de uno mismo. La verdadera consciencia de nosotros mismos significa aceptar y reconocer el verdadero Yo en nuestro interior.

El deseo de servir a la humanidad no crea apegos ni, por lo tanto, impresiones en la mente, porque ese deseo no tiene motivación. Todo deseo de servir no tiene ego.

Al servir a la humanidad fluimos con las leyes de la naturaleza. Cuando fluimos con las leyes de la naturaleza todas nuestras necesidades se cubren de forma automática y espontánea, sin que nosotros lleguemos a saber.

Gururaj Ananda Yogi

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