Ordenes del Amor (2); inclusión y exclusión

Inclusión

Incluir significa contener y es el camino más adecuado para la integración del sistema, puesto que hace presente todo. La inclusión permite la integración y la integración permite la libertad.

Cuando no se ha incorporado internamente la presencia de los ancestros, por ejemplo, el crecimiento personal es falso porque el que no ha tomado a sus ancestros se excluye a sí mismo al excluir sus raíces y sus orígenes. Para ser yo mismo necesito ser parte de algo.

Cuando tomo por completo mis orígenes y mis raíces puedo decir: “Puedo ser yo, porque los tengo a ustedes” y eso libera y da fuerza.

Incluir es contener, incluir integra

Exclusión

El excluido es aquel cuyo destino no es aceptado. Un evento trágico, vergonzoso o que genere gran inconformidad siempre es el origen de la exclusión. Cualquier forma de exclusión produce desorden. El desprecio es un desorden, y también lo son la violencia, la marginación, la vergüenza, la culpa, el dolor, el olvido, etc.

Según Hellinger: en esta comunidad unida por el destino, que comprende los hombres y mujeres que al unirse conforman sistemas familiares, todos se hallan ligados a todos, y es el mismo sistema el que se encarga de restablecer el orden de pertenencia, cuando algún miembro de la familia ha sido excluido u olvidado, o cuando otro miembro lo sustituye desplazándolo y ocupando su lugar.

Todo aquel que ha sido excluido reaparece más adelante en otra persona del sistema, con el propósito de equilibrar el alma familiar que ha sido vulnerada en su integridad con el acto de la exclusión, es decir que cuando a un integrante de la red familiar se le niega la pertenencia, por ejemplo a un hijo ilegítimo, a un hijo que no llegó a nacer o a un tío que se encuentra al margen de la ley, entre otros ejemplos, un nuevo integrante de la red familiar, especialmente en generaciones posteriores, ocupa su lugar en el intento de reparar el vacío de la ley de pertenencia.

Es el caso de alguien que por razones morales, físicas de cualquier índole que avergüence al grupo familiar, es discriminado; otro sin saberlo toma el lugar del ausente en aras de encontrar el equilibrio perdido y a nivel del inconsciente, también asume el destino que no le pertenece, pero del que se hace cargo sin saberlo. Ocupar el lugar de otro arrastra una pérdida de autonomía, de poder personal y finalmente de la propia identidad.

El orden se puede restaurar; primero se restituye el lugar a quien le pertenece y se integra y reconoce la igualdad de cada uno de los miembros del sistema, en forma tal que lo que antes estaba separado se vuelva a constituir como parte de un todo.

Visto desde la perspectiva de los campos morfo-genéticos, el campo de información que se genera en el sistema es lo que le da forma a los que vivimos en él.

En ese campo, desde que somos concebidos estamos implicados con la información de desequilibrio que allí esté establecida y que por esta razón nos afecta permanentemente. ¿Cuándo se da el cambio? Cuando uno de los miembros del sistema genera un nuevo orden.

Puede suceder que este miembro del sistema experimente situaciones difíciles de convivencia, de relaciones interpersonales, que no tenga un trabajo estable, que no logre sostener una relación afectiva, etc. Llega el momento en el que la persona dice: “no más, no puedo más” y busca la forma de solucionar su situación. Cuando se busca ayuda es porque se está listo para mirar y ver en dónde está y en dónde se generó el desorden. El nuevo orden se genera cuando se le reconoce a los excluidos el derecho que tienen de pertenecer.

Restablecer el orden respecto a la primera ley es dar cabida a quienes estaban excluidos para que se restaure completamente la red familiar y todos los que no se habían incluido puedan hacer parte del sistema al que pertenecen. Es reconciliar y conciliar lo que estaba separado, es volver a unir.

Devolviendo la integralidad al sistema se concilia a quienes estaban en discordia: marido y mujer, padres e hijos, sanos y enfermos, presentes y ausentes, vivos y muertos, dignos e indignos.

Un suceso repetitivo de generación en generación supone un hecho importante en la familia que hace evidente que todos miran en una misma dirección, entonces se puede deducir que están mirando a alguien que fue olvidado o excluido. El hecho que se le niegue el amor y el respeto a quien tiene derecho, tiene vastas consecuencias en una familia.

¿Quiénes son excluidos?

Las parejas anteriores

Con especial frecuencia se le niega el lugar que le corresponde en una familia a las parejas anteriores de los padres y de los abuelos, ellas han dejado el espacio para otra pareja y sus hijos, y a menudo incluso han pagado un alto precio personal para la felicidad de éstos. Si en el nuevo sistema no son reconocidas como tales, las parejas anteriores son representadas más tarde por un hijo de la nueva relación.

Este hijo adopta los sentimientos de rabia y los manifiesta frente a sus padres, representa a esas parejas y también adopta su destino muchas veces repitiendo su historia. Así que dejar mal una pareja importante tiene implicaciones en la pareja siguiente. En muchos casos estas primeras uniones se disuelven porque la persona murió o fue dejada o abandonada, es decir hubo pérdida o dolor de por medio.

Nosotros llegamos a la vida gracias a que la pareja anterior dejó el espacio para que nuestra madre o padre lo ocupara, por esa razón se crea el vínculo con ese ser.

Hijos de las primeras uniones

Puede existir un hijo de una primera unión que por desconocimiento o ausencia es ignorado por la segunda pareja y sus hijos, o sea los hermanos.

En este caso se ve que uno de sus hermanos menores podría ser incapaz de estar plenamente en la vida mostrándose ausente, hiperactivo, con dificultades para relacionarse o lograr los objetivos que se propone. Y si el hijo de la unión anterior ha muerto, el hermano implicado podría querer morir también.

Aquellos por cuyo trabajo o sufrimiento la familia se enriqueció, y los desterrados cuando alguien ganó o compró con ventaja a costa de la necesidad del otro, el fraude o el engaño

El aborto

El aborto es una exclusión, sin importar si es provocado o espontáneo. En él no se excluye solo al bebé pues la decisión se toma sin que él forme parte, sino que también se excluye al padre, aunque lo hayan decidido de común acuerdo, puesto que en última instancia es la mujer quien tiene el poder de decidir.

Ningún hombre tiene la fuerza para detener una mujer que ha decidido abortar, ni tampoco tiene la fuerza para obligar a abortar a una que ha decidido no hacerlo. Sea provocado o espontáneo, el aborto es causa común de culpa y vergüenza, lo que lleva a que no se hable de él e incluso se mantenga en secreto. Con frecuencia solo la mujer sabe lo que hizo, y de hecho ella misma se excluyó como madre de ese bebé.

En consecuencia la madre, el padre o ambos pueden quedar anclados en la rabia o el dolor por la pérdida, siendo ésta una implicación del aborto.

Tanto con el aborto como cuando un bebé nace y muere su exclusión se fundamenta en que los padres sólo miran su dolor, no a quien muere, si solo ven su dolor no ven al bebé y no lo pueden tomar porque no lo están teniendo en cuenta.

Estos sentimientos generalmente son inconscientes y se pueden manifestar como: incapacidad para asumir la vida plenamente, dolor subyacente constante y/o dificultad para mantener la relación de pareja.

También se pueden ver implicados los hermanos menores del bebé que se abortó, quienes muchas veces experimentan dificultades para relacionarse con sus hermanos, con otros niños o con sus padres. O pueden mostrarse inquietos y distraídos, manifestar dificultades de aprendizaje e incluso enfermar.

El suicidio

El que se suicida por derecho propio se excluye al decidir que quiere dejar de vivir y pertenecer. A su vez es excluido por los otros, que ante su incapacidad de mirar y ver al que se suicidó se quedan con su enojo, culpa, dolor o vergüenza.

Al igual que el aborto el suicidio también se oculta, en algunos casos se sabe que la persona murió pero no las circunstancias de su muerte.
El implicado por este motivo podría experimentar desde una falta de sentido en su vida hasta el deseo de morir. En ocasiones se ha visto que en el intento de suicidio la persona estaba implicada con un ancestro que se quitó la vida.

Los padres biológicos de los hijos adoptados

En muchos casos éstos tienen una triple condición de exclusión: Se excluyen a sí mismos como padres desde el momento en que toman la decisión de entregar a su hijo. Son excluidos por los padres de crianza cuando no informan a los hijos sobre su procedencia. Y son excluidos por los propios hijos, al desconocer quiénes son sus padres biológicos.

Las implicaciones de la adopción se manifiestan cuando los hijos no se enteran del hecho y por lo tanto son incapaces de tomar la fuerza de vida de los padres biológicos con amplias consecuencias en la niñez y la vida adulta como: dificultad para relacionarse, problemas de aprendizaje, falta de claridad sobre lo que se desea en la vida y la forma de lograrlo, problemas con las relaciones de pareja y la paternidad. Cuando alguno de los padres se ausenta de su hijo, éste puede decidir no reconocerle más como su progenitor excluyéndolo de su vida.

Las madres que mueren durante el parto o con posterioridad a él

Estas madres son excluidas de varias maneras: Por la persona que toma el lugar de la madre para cuidar del bebé, olvidándose con el tiempo de que ella no es su madre biológica. Por el desconocimiento del hecho por parte del hijo. Porque todos con el tiempo se olvidan de ella. Quienes se hacen cargo del cuidado pueden llegar a criar al pequeño haciéndole creer que ellos son sus verdaderos padres, lo que es común en el caso de los abuelos que crían a sus nietos como si fueran sus hijos más pequeños tomando el lugar de los padres.

Los discapacitados y los enfermos mentales

La discapacidad, ya sea física o mental, provoca la exclusión por las repercusiones que tiene para los miembros de la familia. Con frecuencia no es el discapacitado o el enfermo mental el que se aísla, sino que son los sentimientos de culpa, vergüenza, dolor, enojo o miedo los que impulsan ésta conducta en el entorno. Vale la pena tener en cuenta que no todos los discapacitados físicos son enfermos mentales, ni todos los enfermos mentales son discapacitados físicos.

Ejercicio

Para este ejercicio tal vez quieras grabar o leer hasta el final y luego desarrollarlo.

Cierra los ojos, observa por un momento tu respiración y conecta con tus sentimientos más profundos. Ahora visualiza tu familia con todos sus miembros y percibe cómo te sientes frente a ellos.

Frente a tu padre y tu madre. ¿Están al mismo nivel dentro de tu corazón? ¿Cuál está primero, o en primer plano… cuál posterior o en el fondo…? Ahora los ubicas a ambos en el mismo nivel…, te diriges a ellos con la misma benevolencia…, los honras de la misma manera y les dices: Sí papá…. Sí mamá.

Ahora contemplas a las familias de papá y mamá: sus padres; tus abuelos… Sus hermanos; tus tíos… ¿Cuál de las dos familias está en primer plano… cuál en segundo plano…? Interiormente las unes…, las miras juntas en el mismo plano y les dices con el mismo amor: ¡Sí!

Miras a tus hermanos: a los mayores y a los menores, a los que no nacieron, a los que nacieron y murieron… a todos los visualizas en el mismo nivel. Con amor y benevolencia les dices: los veo, los reconozco, los llevo en mi corazón. -Ahora miras otros que también pertenecen:

Parejas anteriores de tus padres…, parejas anteriores de tus abuelos…, aquellas gracias a quienes con su ausencia, o carencia, has obtenido una ganancia o un beneficio, no solo tu sino también tu familia. A ellas también las ubicas con todos los demás en primer plano, reconociendo su lugar y el camino que abrieron para los que llegaron después.

Hay algunos en la familia que son ocultados…, otros de los que se siente vergüenza…, otros de los que no se habla…, otros que son señalados como delincuentes, criminales o perpetradores… También a ellos tómalos sin juicio, sólo en comunión con la presencia la benevolencia divina.

También están los socios y los benefactores que de alguna manera y por alguna razón se vincularon a la red familiar. También a ellos los tomas y los ubicas en primer plano con los demás, y con reconocimiento y valoración, les dices: ¡Gracias!

Ahora los miras a todos… reconoces la fuerza que de todos y de cada uno de ellos emana hacia ti… reconoces lo que todos y cada uno de ellos ha aportado para que tú Seas… y con profundo amor y reconocimiento les dices: ¡Gracias…, somos uno…, haré algo bueno con lo que aportaron para mí…!

Tómate tu tiempo y cuando consideres que está bien para ti, puedes abrir los ojos.

Toma nota en tu libreta de cualquier hallazgo o experiencia vivida en este ejercicio, así como de los miembros de tu sistema que no habías incluido en el ejercicio anterior. Adaptación de meditación de Hellinger.

Extracto del libro: “Constelaciones Familiares”. Fundamentación sistémica de Bert Hellinger. Autoras: Carmen Cecilia Vargas Sierra y Mónica Giraldo Paérez

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