I.-
Un discípulo que solía padecer prolongados períodos de depresión le dijo al Maestro: «El médico no deja de insistir en que tome las medicinas que me ha recetado para mantener a raya la depresión».
«¿Y por qué no lo haces?», le dijo el Maestro.
«Porque pueden dañarme el hígado y acortar mi vida».
«¿Y prefieres tener un hígado sano antes que vivir tranquilo y dichoso? Un año de vida vale mucho más que veinte años de invernación».
Más tarde diría a sus discípulos:
«Con la vida ocurre lo que con los chistes: lo importante no es lo que duren, sino lo que hagan reír».
II.-
Dijo un día el Maestro: «Las buenas acciones realizadas por el inconsciente son superiores a las que se realizan de manera voluntaria».
Aquello dio lugar a un montón de preguntas que el Maestro supo esquivar hábilmente, como hacía siempre que, según él, no había llegado el momento de responder.
Un día en que acudieron todos al concierto de una gran pianista, el Maestro susurró al oído de su vecino de localidad: «El movimiento de los dedos de esa mujer sobre el teclado es algo que no puede ser pretendido. Un trabajo de esa calidad tiene que ser cosa del inconsciente».
III.-
¿No te ha producido alegría alguna vez ver los frutos de tus esfuerzos?».
«¿Qué alegría le produce a un instrumento ver lo que ha hecho la mano?».
Anthony de Mello
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