I.-
El Maestro no apreciaba a los ideólogos, por la sencilla razón de que sus teorías parecían razonables, pero nunca encajaban con la realidad.
Una vez habló de un ideólogo que había dicho: «Este mundo está loco: los ricos compran a crédito, aunque tienen dinero a montones, mientras los pobres, que no tienen un céntimo, deben pagar al contado».
« ¿Y qué sugieres tú?», le preguntaron.
«Invertir los términos: hacer que los ricos paguen al contado y dar crédito
a los pobres».
«Pero, si un tendero fiara a los pobres, no tardaría en empobrecerse él mismo… »
« ¡Fantástico!», dijo el ideólogo. « ¡Así también él podría comprar a crédito! »
II.-
Al Maestro le resultaba muy pesado hablar a quienes se empeñaban constantemente en defender la existencia de Dios o discutir acerca de Su naturaleza y, sin embargo, olvidaban la importancia del conocimiento de sí mismos, que era lo único que podría proporcionarles amor y liberación.
Y a un grupo de personas que le pidieron que les hablara de Dios, les dijo:
«Desgraciadamente, lo que pretendéis es hablar de Dios, en lugar de verlo; y lo veis tal como pensáis que es, no como realmente es. Pero, si Dios es manifiesto y no se oculta, ¿por qué hablar de Él? Abrid los ojos y ved».
Y más tarde añadiría: «Ver es lo más fácil del mundo. Lo único que tenéis que hacer es abrir los postigos de vuestras Ideas sobre Dios».
Anthony de Mello
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