El río del amor

La muerte ya está sucediendo

La enfrentes o no la enfrentes, la mires o no la mires, ya está ahí. Es como el respirar. Cuando un niño nace inhala, respira por primera vez. Ése es el comienzo de la vida. Y cuando un día envejezca, morirá exhalando el último suspiro.

La muerte siempre implica una exhalación y el nacer, una inhalación. Pero la exhalación y la inhalación están sucediendo siempre: con cada inhalación naces, con cada exhalación mueres.

Por eso lo primero que hay que entender es que la muerte no pertenece al futuro; no te está esperando, como siempre te han dicho. Es parte de la vida, es un proceso continuo. No se encuentra en el futuro; es aquí, ahora. La vida y la muerte son dos aspectos de la existencia que suceden a la vez.

Normalmente, se te ha enseñado a pensar en la muerte como en algo opuesto a la vida. La muerte no está en contra de la vida. La vida no es posible sin la muerte. La muerte es el fundamento mismo de la vida. Muerte y vida son como dos alas: un pájaro no puede volar con un ala; la vida no puede darse sin la muerte. Por eso lo primero es una clara comprensión de lo que queremos decir con “muerte”.

La muerte es un proceso absolutamente necesario para que la vida exista. No es un enemigo, es un amigo. Y no está en algún lugar en el futuro; está aquí, ahora. No sucederá; siempre ha estado sucediendo. Desde que tú estás aquí, ha estado contigo. Aparece con cada exhalación –una minimuerte, una pequeña muerte- pero por miedo la hemos situado en el futuro.

La mente siempre trata de evitar aquello que no puede comprender y la muerte es uno de los misterios más incomprensibles. Sólo hay tres misterios: vida, muerte y amor. Todos ellos están más allá de la mente.

La mente considera la vida como algo garantizado; por eso cree que no hay necesidad de investigarla –es una manera de evitarla-. Nunca piensas, nunca meditas sobre la vida; simplemente la aceptas, la tomas como algo garantizado. Es un misterio tremendo. Estás vivo, pero no creas que eso implica que has conocido la vida.

Respecto a la muerte, la mente lleva a cabo otro truco: la pospone, porque aceptarla aquí y ahora constituiría una constante preocupación. Por eso la mente la sitúa en algún lugar en el futuro. Entonces no hay prisa: “Cuando llegue, ya veremos”.

Sobre el río del amor

Y para el amor la mente ha creado sustitutos que no son amor: unas veces llamas amor a tu posesividad; otras veces se lo llamas a tu apego; otras, llamas amor a tu dominación. Esos son juegos del ego; el amor no tiene nada que ver con ellos. De hecho, por culpa de estos juegos el amor no es posible.

Entre la vida y la muerte, entre las dos orillas de la vida y la muerte, fluye el río del amor. Y éste sólo es posible para la persona que no se toma la vida como algo garantizado, que se empapa profundamente de la cualidad del estar vivo y se vuelve vital, auténtica.

El amor es para las personas que aceptan la muerte aquí y ahora y no la posponen. Entonces, entre ellas, surge un hermoso fenómeno: el río del amor.

La vida y la muerte son como dos orillas. Existe la posibilidad de que fluya el río del amor, pero sólo es una posibilidad. Tendrás que materializarla. La vida y la muerte están ahí, pero el amor tiene que ser materializado: éste es el objetivo del ser hombre. A menos que el amor se materialice, habrás fracasado, no habrás comprendido el punto principal de lo que significa estar vivo.

Osho

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