Te proponemos un ejercicio sencillo que puede ayudarte a comprender tu sistema familiar y, si lo deseas, puedes realizar los pequeños movimientos internos que te sugerimos con el fin de identificar y ocupar el lugar que te corresponde; te ayudará a armonizar la vida a medida que ganas fuerza y creces en amor.
Para hacer este ejercicio tal vez quieras grabar o leer hasta el final y luego desarrollarlo.
Cierra los ojos, observa por un momento tu respiración y conecta con tus sentimientos más profundos. Ahora visualiza tu familia con todos sus miembros y percibe cómo te sientes frente a ellos.
Sitúate frente a tu padre y tu madre: ¿están al mismo nivel dentro de tu corazón? ¿Cuál está primero, o en primer plano… cuál posterior o en el fondo…? Ahora los ubicas a ambos en el mismo nivel…, te diriges a ellos con la misma benevolencia…, los honras de la misma manera y les dices: Sí papá…. Sí mamá.
Ahora contemplas a las familias de tu padre y tu madre: sus padres; tus abuelos… Sus hermanos; tus tíos… ¿cuál de las dos familias está en primer plano… cuál en segundo plano…? Interiormente las unes…, las miras juntas en el mismo plano y les dices con el mismo amor: ¡Sí!
Miras a tus hermanos: a los mayores y a los menores, a los que no nacieron, a los que nacieron y murieron… a todos los visualizas en el mismo nivel. Con amor y benevolencia les dices: os veo, os reconozco, os llevo en mi corazón.
Ahora miras otras personas que también pertenecen a tu sistema familiar: Parejas anteriores de tus padres…, parejas anteriores de tus abuelos…, aquellas personas gracias a quienes con su ausencia, o carencia, has obtenido una ganancia o un beneficio, no solo tú sino también tu familia. A ellas también las ubicas con todos los demás en primer plano, reconociendo su lugar y el camino que abrieron para los que llegaron después.
Hay algunos en la familia que son ocultados…, otros de los que se siente vergüenza…, otros de los que no se habla…, otros que son señalados como delincuentes, criminales o perpetradores… También a ellos tómalos sin juicio, sólo en comunión con el gran río del amor y la benevolencia.
También están personas benefactoras que de alguna manera y por alguna razón se vincularon a la red familiar. También a ellos los tomas y los ubicas en primer plano con los demás, y con reconocimiento y valoración, les dices: ¡Gracias!
Ahora los miras a todos… reconoces la fuerza que de todos y de cada uno de ellos emana hacia ti… reconoces lo que todos y cada uno de ellos ha aportado para que tú Seas… y con profundo amor y reconocimiento les dices: ¡Gracias…, somos uno…, haré algo bueno con lo que habéis aportado para mí…!
Tómate tu tiempo y cuando consideres que está bien para ti, puedes abrir los ojos.
Toma nota de cualquier hallazgo o experiencia vivida en este ejercicio.
Adaptación de meditación de Bert Hellinger