Un minuto para el absurdo (II)

I

Cuando un invitado se ofreció voluntariamente a fregar los platos después de la cena, el Maestro le preguntó:

«¿Estás seguro de que sabes hacerlo?»

El hombre protestó enfáticamente que lo había hecho toda su vida. Y el Maestro le dijo:

«No dudo de que seas capaz de dejar los platos limpios. Lo que dudo es que seas capaz de fregarlos» .

Y ésta es la explicación que más tarde dio a sus discípulos:

«Hay dos maneras de fregar los platos: una consiste en fregarlos para dejarlos limpios; la otra, en fregarlos para fregarlos».

Y, como todavía no quedaba claro, añadió:

«La primera acción es una acción muerta, porque tu mente está fija en la idea de dejar los platos limpios; la segunda es una acción viva, porque tu mente está donde está tu cuerpo».

II

«Iluminación», dijo el Maestro, «significa saber exactamente dónde estás en un momento dado; y eso no es nada fácil. . . »

Y habló de un conocidísimo amigo suyo que, a sus ochenta y tantos años, seguía recibiendo infinidad de invitaciones.

Un día, mientras consultaba su agenda durante una recepción, alguien le preguntó cuántos compromisos tenía para aquella noche.

«Seis» , respondió el anciano sin apartar los ojos de su agenda.

«Y qué hace usted: ¿comprobar adónde tiene que ir a continuación?»

«No. Trato de saber dónde estoy ahora mismo».

Anthony de Mello

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