Rejuvecimiento y sistema inmunitario
Edad cronológica
La edad cronológica, expresado coloquialmente, la señala el Documento Nacional de Identidad, el DNI: es la que cada uno tiene en función de su fecha nacimiento, y viene dada por los años, meses, días, horas, minutos y segundos transcurridos desde el natalicio. El calendario y el reloj marcan la edad cronológica, siempre en aumento, día a día, hora a hora, de instante en instante. Su ritmo de crecimiento es constante y lo establece el tiempo lineal. Y, desde luego, no admite disminuciones ni marchas atrás.
Edad biológica
La edad biológica, en cambio, la establece fundamentalmente el sistema inmunitario: si se encuentra fuerte y sano, la edad biológica minora y la persona rejuvenece; pero cuando se encuentra débil y falto de salud, la edad biológica se incrementa, experimentándose un envejecimiento tanto mayor cuanto mayor sea el deterioro del sistema inmunitario.
Y como el estado de forma de éste no es permanente, sino que muta según las distintas épocas y situaciones de la vida, la edad biológica no macha siempre en el mismo sentido, aumento o disminución, sino que puede variar y, de hecho, varía. Una persona puede tener en un momento una edad biológica de 60 años y al año siguiente de 30 o de 40.
El sistema inmunitario regula nuestro envejecimiento
Como divulga Mónica de la Fuente, una de las mayores expertas internacionales en el sistema inmunitario, se ha conseguido estandarizar y demostrar que el sistema inmunológico es un buen marcador de la edad biológica.
Para comprobarlo, ella y su equipo han llevado estudios en personas centenarias y, en paralelo, en ratones longevos, y los resultados fueron concluyentes: los individuos que llegan a gran longevidad son aquellos que consiguen mantener un sistema inmunitario joven; y los que no consiguen mantener ese sistema inmunitario joven, mueren antes.
Para profundizar en todo ello, se trascribe parte de la entrevista que Eduardo Punset efectuó a Mónica de la Fuente para el programa de televisión Redes.
Mónica de la Fuente:
La edad biológica te dice cómo te encuentras y, sobre todo, a qué velocidad uno está haciendo el proceso de envejecimiento. Entonces, lo que le explico a los alumnos es que la edad biológica, que es la edad a la que envejecemos, es como un viaje. Un viaje de Madrid a Barcelona, imagínate. Cuando llegamos a Barcelona hemos terminado nuestro proceso vital y morimos. Puede haber una persona que en un momento de su vida vaya muy deprisa, muy deprisa. Si sigue así, va a llegar muy pronto al final, por lo tanto, no va a llegar a los 100 años, va a morirse antes. U otra persona que lo hace muy lento, muy lento, va a llegar más tarde. Y uno en un momento determinado de la vida puede ir muy deprisa, pero después puede cambiar y puede ir más despacio. Entonces si tú valoras la edad biológica cuando está yendo muy deprisa, le sale más edad. Pero si toma medidas y se lo valoras después, la efectividad de esas medidas la ves porque ya va más despacio, ¿de acuerdo? Por lo tanto es movible ese número.
Eduardo Punset:
¿Y eso lo podemos medir ahora?. ¿Tú me puedes hacer un pinchazo y decirme “tu edad biológica es muchísimo menos que tu edad cronológica”, que la que marca el calendario?.
Mónica de la Fuente:
Sí, o más. Depende de lo que te salga. Pero sí, sí. A finales del siglo pasado empezaron a hacer pruebas, bueno a mediados del siglo pasado, pruebas para ver qué marcadores fisiológicos y psicológicos podían servir de indicadores de la edad biológica pero no los terminaron de perfilar. Entonces lo que nosotros hemos hecho es utilizar ese magnífico sistema fisiológico que tenemos, el sistema inmunitario, para poder, a través de cómo está funcionando ese sistema, dar la indicación de la edad biológica.
Eduardo Punset:
O sea que estamos hablando de un sistema, el inmunitario, que nos habían enseñado en la escuela, que lo que servía era para defenderte de ataques
Mónica de la Fuente:
Evidentemente, esa comunicación es lo que te permite explicar el porqué cuando una persona está deprimida, está con ansiedad, o tiene digamos, la pérdida de un ser querido, etc., todo eso hace que en esa situación, esa persona, con más facilidad tenga un proceso infeccioso, desarrolle un cáncer. Es decir, lo que está diciendo es que el sistema inmunitario está más deteriorado. Y a la inversa, cuando una persona es más feliz –de hecho la terapia de la risa se utiliza en muchos hospitales para, digamos, mejorar la respuesta a tratamientos en personas con cáncer o con otro tipo de enfermedades–. Entonces claro, el estar contento mejora también tu sistema inmunitario. Es decir, todas las emociones positivas van a repercutir en tener un mejor sistema inmunitario que te va a defender mejor y te va a regular mejor y vas a tener mejor salud. Y las negativas al revés (…)
(…) Que no olvidemos que es la mayor parte de nuestra vida, porque empezamos a envejecer a los 18, más menos, y hasta los 82 o 100 años, los que vivamos, nos pasamos la mayoría de nuestra vida envejeciendo, o sea que hay que hacerlo lo más despacio posible para llegar lo más lejos posible. Y lo que hay que procurar es llegar a esos 82 o a esos 100 o 120 pero con buena calidad de vida, y eso es en lo que se está estudiando fundamentalmente, cosas que podamos hacer para mantener una buena salud, una buena calidad de vida, y ahí está el sistema inmunitario que si lo controlamos bien sirve de dos cosas, fíjate: sirve por una parte de marcador, de si eso lo estamos haciendo bien; y por otra parte es “mantenlo bien e incidirá de forma muy positiva en que ese proceso lo hagas despacito y lo mejor posible”.
El mantenimiento del sistema inmunitario en plena forma: el cuerpo energético
Vista la repercusión que el sistema inmunitario ostenta para la salud, en general, y para el rejuvenecimiento del ser humano a través de la disminución de la edad biológica, en particular, la pregunta que surge de inmediato es cómo mantener en plena forma el sistema inmunitario y sus distintos componentes.
Si se la planteamos a médico, normalmente nos responderá dando consejos básicos como cuidar la alimentación, hacer ejercicio físico moderado, evitar el sobrepeso o no ingerir drogas ni bebidas estimulantes y con altas dosis de alcohol. Pero, por encima de todo esto, los expertos cada vez conceden más significación al mantenimiento de una actitud positiva ante la vida, que consideran que es lo que más influye en el sistema inmunitario.
Recapitulando lo hasta aquí enunciado, la salud y el rejuvenecimiento dependen del sistema inmunitario, que, para mantenerse en forma, necesita sobre todo de una actitud positiva ante la vida. Pero, ¿de qué depende ésta? Pues del llamado cuerpo energético humano, cuyo estado y situación está directamente relacionado con la consciencia y el estado consciencia de la persona.