El miedo es un fantasma negro
Lo que nos pertenece se nos escapa, lo que es nuestro parece no serlo. Las personas viven en la zozobra, el desasosiego, la agitación y el desconcierto. Se le da la espalda a la preciosa energía de quietud.
El sosiego nos es sustraído por muchos factores y estados mentales, entre los que destaca el miedo. No nos referimos a aquel que nos protege, es razonable y está codificado biológicamente para la supervivencia, sino a ese miedo imaginario y psicológico que tanto llega a limitarnos y causamos constantes inseguridad e incertidumbre.
Hábil en disfraces
Hábil en disfraces y máscaras de todo tipo, se esconde tras muchas de nuestras emociones negativas. ¿Qué son la envidia, los celos, la vanidad, la irritabilidad y otras muchas emociones negativas sino distintas formas de miedo?
Abundan los temores: miedo a la vida y a la muerte, a la soledad y a la compañía, a nosotros mismos y a los demás; recelo a ser desaprobado, examinado, despreciado o desconsiderado; pánico a no satisfacer las expectativas propias o ajenas, a no encajar en los modelos o descripciones de los demás, o a no estar a la altura de nuestro Yo idealizado; temor a lo nuevo, a los puntos de vista de otras personas, a lo transitorio o extraño.
El miedo es un fantasma negro que impregna la psique humana y que se ve potenciado por la imaginación descontrolada, la fantasía neurótica y el pensamiento que reclama excesiva seguridad, no sabe adaptarse ni fluir, no acepta lo inevitable y genera conflicto sin cesar.
Asimismo, turba la percepción de nosotros mismos, con lo que entorpece el autoconocimiento, sin el cual ni siquiera sabemos qué queremos hacer realmente con nuestra vida ni qué deseamos modificar en nosotros mismos.
Preferimos ocultárnoslo y seguir acarreándolo. Ninguna ceguera se paga tan cara.
Ramiro Calle
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