Meditación: principio, medio y final

Se habla de tres factores que influyen decisivamente en que la meditación sea sólo un medio de relajación, de paz y de felicidad temporales, o bien se convierta en una poderosa causa de Iluminación para uno mismo y para los demás. Los calificamos de: “bien al principio, bien el el medio y bien al final”

Bien al principio

Bien al principio surge de la comprensión de que nosotros y todos los seres conscientes tenemos fundamentalemente una naturaleza espiritual como nuestra esencia más íntima, y que realizarla nos libera de la ignorancia y pone punto final al sufrimiento. Así, cada vez que empezamos nuestra práctica de meditación, nos sentimos conmovidos por esta verdad y econtramos en ella la inspiración necesaria para dedicar nuestra práctica y nuestra vida a la Iluminación de todos los seres.

Bien en el medio

Bien en el medio es la disposición mental con la que entramos en el corazón de la práctica. Esta disposición está inspirada por una actitud libre de aferramiento y de cualquier referencia conceptual, así como la toma de conciencia de que todas las cosas son intrínsecamente vacías, ilusorias y parecidas a un sueño.

Bien al final

Bien al final se refiere a la manera en que concluimos la meditación. Dedicamos la práctica, su poder positivo, el beneficio, la paz y la felicidad que emanan de ella, a la Iluminación de todos los seres y a su beneficio a largo plazo. En un modo más inmediato la ofrecéis por la paz en el mundo, para que todos los seres que estén al abrigo de la necesidad y la enfermedad, y para que conozcan una bienestar perfecto y una felicidad duradera.

Sellar la meditación

A continuación, comprendiendo la naturaleza ilusoria de la realidad, que es comparable a un sueño, consideráis que, en el nivel más profudo, vosotros que dedicáis la meditación, aquellos a quienes se la dedicáis y el hecho mismo de dedicarla son intrínsecamente “vacíos” e ilusorios. Esto se conoce en las enseñanzas como “sellar la meditación“, una manera de garantizar que ni un ápice de la pureza de su poder pueda perderse ni escaparse.

Tres principios sagrados

Estos tres principios sagrados, la motivación hábil, la actitud desprovista de todo aferramiento que asegura la práctica de la meditación y la dedicación que la sella convierten vuestra meditación en algo verdaderamente iluminador y poderoso, el corazón, el ojo y la fuerza vital de una práctica auténtica.

Sogyal Rimpoché

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