La verdad

«Dios está entre los calderos», declaraba santa Teresa. «Yo practico la verdad porque cuando como, como, y cuando duermo, duermo», indicaba el maestro zen. «Sigo la senda de la liberación porque cuando paseo, paseo; cuando descanso, descanso, y cuando me muero, me muero», y se murió; era un yogui. Tanto miro a lo lejos, que no veo mis propias cejas.

La verdad se halla muy cerca

La verdad se halla muy cerca: dentro de uno y alrededor de uno. Depende de la actitud. Puedes estar barriendo y la verdad se halla muy lejos, pero puedes estar barriendo y la verdad se halla en la escoba y en tu actitud. A cada momento se puede atrapar la verdad… o nunca.

Si la ponemos muy lejos, la convertiremos en una idea o una recompensa, pero no la alcanzaremos porque no la practicaremos aquí y ahora. Si la mente está atenta y serena, cada instante se convierte en una gloriosa verdad.

No importa si estamos lavando platos o vistiendo a los niños, sacando a pasear al perro o regando las plantas. No hay verdad alguna en preparar una ensalada o ahí está toda la verdad del mundo: depende de la actitud con que la preparemos. ¿La has preparado mecánicamente, por quitártela de en medio, sin minuciosidad?

No hay, desde luego, la menor verdad en esa ensalada. ¿La has preparado con atención, amor, precisión? Has conseguido una gran verdad en esa ensalada, aunque sólo sea de lechuga o escarola.

Además, la verdad se evidencia no sólo en lo que hacemos en la vida cotidiana, sino en lo que la vida misma es. Empieza por poder ser un maestro y un reto, y por supuesto un aprendizaje.

Cada situación es una guía

Cada pensamiento que se presenta en la mente es una oportunidad para conocer nuestras reacciones. No hay momento que perder, pues todo momento es para aprender.

La vida es un alambre que se nos extiende del nacimiento a la muerte. Hay que ser un buen equilibrista y caminar sobre el alambre con atención, lucidez, ecuanimidad y firmeza. Así, a cada paso sobre éste se encuentra y desarrolla la verdad. Unos la ven, otros no la ven. Unos la practican, otros no lo hacen.

Maya

Los hindúes hablan de una rara sustancia que denominan «maya», que es la neblina que perturba la visión y roba el entendimiento, la ilusión que nos hace poner el énfasis en lo insustancial y despreocupamos de lo sustancial. Una extraña sustancia que nos hace tomar por real lo irreal y viceversa, que nos conduce a magnificar lo insignificante y a trivializar lo importante.

La verdad consiste también en ir, momento a momento, disipando esta bruma de la mente, cuando barremos o cuando preparamos la ensalada, en compañía o en soledad.

Ramiro Calle

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