Experimenta las emociones

¿Reprimir o expresar las emociones?

Las preguntas que más frecuentemente me plantean están relacionadas con las emociones. Muchas personas tratan de liberarse de emociones difíciles como la ira, el miedo y la pena, y buscan emociones más placenteras como la alegría, la felicidad y la dicha. Las estrategias habitualmente empleadas para alcanzar la felicidad suponen reprimir las emociones negativas, o bien expresarlas con la esperanza de librarnos de ellas. Por desgracia, ninguna de estas dos actitudes refleja la verdad de nuestro yo esencial, una pureza de ser inamovible que es más profunda que cualquier emoción, y no es afectada por ninguna de ellas.

Hay momentos en los que es apropiado reprimir o expresar una emoción. Pero también hay momentos en los que cabe una posibilidad distinta a reprimirla o expresarla. Se trata de la «experimentación directa».

Descubrir lo que está dentro de la emoción

Si tomas cualquier emoción, tanto las llamadas «positivas» como las «negativas», puedes descubrir lo que está en su núcleo.

Por ejemplo, cuando estás irritado, habitualmente tiendes a hacer algo para librarte de la irritación, o tiendes a culparte o a culpar a otro como causante de la irritación. Entonces empiezan a desplegarse historias en torno a la irritación. Pero también es posible no hacer nada con la irritación, no empujarla fuera de la conciencia ni intentar librarse de ella, sino experimentarla directamente. En cuanto surge la irritación, es posible sentirse completa, total y libremente irritado, sin expresarlo ni reprimirlo.

En general, la experiencia directa suele revelar una emoción más profunda. La irritación puede ser una onda superficial. Debajo de la irritación puede haber furia o miedo. Una vez más, el objetivo no es librarse de la furia ni del miedo, ni analizarlos, sino experimentarlos directamente. Si se revela que la rabia o el miedo están debajo de la irritación, deja que tu conciencia vaya más hondo; déjate estar absoluta y completamente enfadado o temeroso, sin expresarlo ni reprimirlo.

El gran obstáculo

El gran obstáculo suele ser el miedo, porque la mayoría de la gente trata de prescindir de él. Por supuesto, en la medida en que intentan apartarlo, crece más y más, y se percibe todavía más cerca.

Lo que sugiero es que en realidad puedes abrirte al miedo; puedes experimentar el miedo sin ninguna necesidad de decir que tienes miedo, y sin tener después ningún pensamiento temeroso. Simplemente puedes experimentar el miedo mismo.

Cuando hablo de experimentar el miedo directamente, no me refiero a un miedo fisiológicamente apropiado. La respuesta de lucha o huida ante un peligro físico es natural y apropiada para el organismo humano. El cuerpo la tiene incorporada como mecanismo de supervivencia. Por ejemplo, cuando se acerca un autobús es apropiado salirse de la calzada. Pero los miedos que te sugiero que afrontes directamente, en todo su recorrido, son los miedos psicológicos, los miedos que mantienen tu energía y tu atención innecesariamente atados a actitudes defensivas y de protección, como el miedo al dolor emocional o el que se siente ante la pérdida y la muerte.

Una emoción más profunda

Cuando afrontas un miedo psicológico, en lugar de resistirte o huir de él, a menudo revela una emoción aún más profunda.

Es posible que debajo del miedo se revelen una profunda tristeza o un dolor. Estas otras emociones también pueden ser experimentadas directamente, sin necesidad de línea argumental. Si decides experimentar estos estratos emocionales en todo su recorrido, te parecerá estar asomándote a lo que parece un profundo abismo. Este abismo es lo que la mente percibe como nada, vacío, no ser nadie.

Este es un momento importante, porque estar dispuesto a ser absolutamente nada, a ser nadie, es estar dispuesto a ser libre. Todos los demás estados emocionales son mecanismos de defensa contra la experiencia de la nada: la muerte de quien crees ser.

La puerta se abre

Cuando bajas las defensas, cuando la puerta se abre, puedes afrontar directamente esta nada que temías. En este encuentro se revela la verdadera autoindagación, que expone la gema secreta de la verdad que en todo momento ha estado oculta en el centro de tu corazón. El diamante descubierto eres tú.

Gangaji

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