Amor e igualdad

Amor e igualdad

Mi pobre amigo, si supieras que la Pobreza que te produce tantas penalidades es precisamente la que revela el conocimiento de la Justicia y la comprensión de la Vida, te sentirías contento con tu suerte.

He dicho conocimiento de la Justicia: porque el rico está demasiado atareado en amasar una fortuna, para buscar este conocimiento.

Y también he dicho comprensión de la Vida: porque el fuerte está demasiado ansioso y afanoso por conquistar poder y gloria, para seguir el camino recto de la verdad.

Así, pues, regocíjate, mi pobre amigo, porque tú eres la boca de la Justicia y el libro de la  vida. Alégrate, porque eres la fuente de la virtud de quienes te gobiernan y el pilar firme de la integridad de quienes te guían.

Si fueras capaz de ver, mi atribulado amigo, que la desventura que te ha postrado en la vida es cabalmente el poder que ilumina tu corazón y rescata tu alma de la sima del desprecio para elevarla al trono de la reverencia, estarías contento con tu sino y lo considerarías un patrimonio para instruirte y hacerte sabio.

Porque la vida es una cadena formada de numerosos y heterogéneos eslabones. La amargura es el vínculo de oro entre la sumisión al estado presente y la esperanza prometida del futuro. Es la aurora entre sueño y despertar.

Compañero mío que estás necesitado, la Pobreza sirve para acreditar la nobleza del espíritu, en tanto que la riqueza pone en evidencia su perversidad. El dolor suaviza los senti mientos y la Alegría cura el corazón herido. Cuando se acaba con el Dolor y la Pobreza, el espíritu del hombre queda como una tabla rasa en que no hay nada escrito, como no sean las señales del egoísmo y la codicia.

Acuérdate de que la Divinidad es el yo verdadero del Hombre. No puede venderse por oro ni puede almacenarse y amontonarse como las riquezas del mundo de hoy. El hombre rico se ha despojado de su Divinidad y se ha aferrado a su oro. Y los jóvenes de hoy han olvidado su Divinidad y se han entregado a la licencia y al placer.

Mi pobre amado, la hora que pasas con tu esposa y tus hijos, cuando vuelves del trabajo a tu hogar, es el tesoro más preciado que pueden poseer las familias humanas; es el emblema de la felicidad, que será el patrimonio de las generaciones venideras.

En cambio, la vida que disipa el rico al amasar su oro no es en realidad sino la de los gusanos en la tumba. Es señal de miedo.

Las lágrimas que viertes, mi atribulado amigo, son más puras que la carcajada del que trata de olvidar, y más dulces que el sarcasmo del que te desprecia. Esas lágrimas limpian el corazón de la plaga del odio, y enseñan al hombre a compartir el dolor de los abatidos por la tristeza. Son las lágrimas del Nazareno.

La fuerza que estás sembrando para el rico, la cosecharás en el tiempo venidero, porque todas las cosas revierten a su fuente, según la Ley de la Naturaleza.

Y el dolor que te ha cabido en suerte se tornará en alegría por la voluntad de los Cielos.

Y las generaciones venideras aprenderán del Dolor y la Pobreza una lección de Amor e Igualdad.

Khalil Gibran

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